Compartimos con todos/as vosotros/as la postal navideña que hemos elaborado este año para felicitar las fiestas a todos los que, de una u otra forma, estáis relacionados con la vida de los residentes de las viviendas y con nuestro quehacer diario. Es frecuente, entre los recursos socio-sanitarios, esta costumbre de celebrar las últimas fiestas del año enviando un mensaje que reivindique lo mejor de nosotros/as y que, también proyecte deseos y esperanzas de concordia hacia el futuro. Nosotras venimos haciéndolo desde el principio y nos resulta un divertimento dedicar un hueco a pensar en la idea que mejor resuma en qué lugar estamos y hacia dónde queremos generar esa proyección de ideas y emociones que, en modo de espera, logren su realización en los nuevos tiempos que inauguran los cambios de año.
Este año nos hemos ido al confín del universo a inspirarnos, de la mano de Carl Sagan, con una frase que encontramos refrescante y sanadora a más no poder. Nos ha parecido divertido jugar con la idea de las distancias. Si el astrónomo y escritor proyectó la expectativa de hallazgos espectaculares en la lejanía del cosmos, nosotras, contagiadas de ese mismo entusiasmo, nos hemos apropiado de esa emoción, pero para traerla a este otro ámbito que, pensadores como Josep Mª Esquirol, denominan “resistencia íntima” o “la vida pequeña” como también diría González Sáinz.
De hecho, una de las funciones principales en las viviendas es la supervisión y promoción de las denominadas “actividades de vida diaria básicas e instrumentales”. ¿Algo más cotidiano que la gestión del día a día? Pues, a pesar de esa aspiración a rutina programática de los AVD´s, lo que nos mueve a incentivarlos es la posibilidad de despejar de la misma los sedimentos y telarañas y ejercitar la renovación de la mirada para saber ver en cada gesto del día un posible horizonte de sucesos, un posible agujero de gusano capaz de conectar distancias siderales; una posible puerta interestelar que, desempolvada de capas fósiles, nos conduzca a algún mirador desde el que poder ser testigos de la sorpresa y el asombro.
Si tuviéramos la oportunidad de viajar hacia la ingravidez galáctica, seguramente no dudaríamos en hacer maletas de embarque, sin embargo, nos parece más excitante aún tener a mano siempre ese equipaje de vuelo, también, para organizar un nuevo desayuno, elaborar la lista de la compra del día y su posterior alquimia en los fogones de la cocina… Algo más cuesta emprender las labores de limpieza sin que se empañe el cristal del casco astronauta pero siempre hay un momento, en el transcurso de los días, para pararse a aguzar la mirada y la reflexión, y aceptar la realidad de lo maravillosos recorriendo los hábitos y las rutinas.
Confiados en que también vosotros/as seáis personas afortunadas por disponer de una sensibilidad capacitada para la exploración aventurera de lo cotidiano, os deseamos un año de continuas y placenteras expediciones, ya sea surcando estrellas, como, principalmente, expandiendo el íntimo big-bang de vuestros corazones.
Felices fiestas
